Samuel Toro Contreras
Investigador independiente de Arte Contemporáneo, Arte y Nuevos Medios. Desarrolla una constante revisión reflexiva crítica del acontecer artístico cultural/político de Valparaíso, Chile y el mundo. Multiples encuentros y exposiciones nacionales e internacionales como: Participación en distintas ponencias como Primavera Hacker, Encuentro CTS Chile, Primer Foro Internacional de Nuevos medios en Chile, colaboración en el proyecto R.E.D. Projet (Bogotá), Múltiples ponencias académicas en Buenos Aires, Realización de video/performance en Documenta 13 de Kassel (Kassel).
Licenciado en Arte (UPLA), Egresado Magíster en Pensamiento Contemporáneo y Filosofía Política (UDP), Candidato a Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad (UV), Editor de Revista de Arte Sonoro y Cultura Aural, miembro del Centro de Investigaciones artísticas de la Universidad de Valparaíso (CIAUV), buscador de paz interior aún no encontrada.
Resistencia en Atingencias Dinámicas
Samuel Toro Contreras
Partiendo de antecedentes que nos orienten un poco sobre el hecho pictórico en Chile y Valparaíso sobre la forma de permanecer en el arte hoy en día a través del oficio formal de la pintura, podríamos hacernos dos preguntas generales: ¿Qué es resistir en, o desde, la pintura en Chile? ¿Qué es resistir en Valparaíso? Para comenzar, tenemos un supuesto “histórico” esclarecedor: no podemos hablar de una resistencia pictórica de lo prehispánico, pues, claramente, la herencia de los movimientos incidentes en el país provienen, principalmente de Europa, particularmente de Francia. Es decir, el principio de resistencia es una que apela al principio de formación romántica y modernista (estamos hablando a partir de la segunda mitad del siglo xix) de la tradición francesa, que se actualiza y matiza en el territorio nacional de acuerdo a sus criollismos. Para los efectos de esta reflexión la pintura colonial, considerada, en sus comienzos, no será considerada por motivos de extensión y por no ser parte de la herencia pictórica que nos convoca en esta exposición (además de tener serias discusiones sobre la influencia entre lo europeo y lo criollo como resultado que puede ser tensionado en los comienzos del siglo xx con la influencia antropofágica, que en Chile se folclorizó propagandísticamente a nivel político).
Antes de la primera mitad del siglo xx la línea o tendencia dominante fueron los paisajes tradicionales de la bahía, paseos, quebradas y los temas urbanos. Dos de los importantes precursores de esta línea, en el período, fueron Juan Francisco González y Alfredo Helsby.
El nacimiento de la “Generación del Trece” (1913) marcaría un giro en la pintura nacional, donde, tanto los pintores como las temáticas pintadas cobran un marcado giro social y humano, sin perder, cierta parte del grupo el marcado interés por Valparaíso como tema.
Si bien, en Valparaíso, parte de las temáticas recurrentes, desde esas épocas y hasta ahora, han sido el paisaje tradicional (obviamente de acuerdo a las particularidades de la geografía terrestre y el paisaje urbano): la bohemia, personajes “característicos” de la ciudad, etc., la segunda mitad del siglo xx (sobre todo inclinada hacia fines del mismo) nos muestra una generación de cruces, tanto en las formalidades del oficio, como en las temáticas que se privilegian. Parte de las tendencias se integran, de forma local, a los principios de vanguardia y neovanguardia que se venían gestando en el mundo. Desde la perspectiva vanguardista podemos observar, dentro la multiplicidad de estilos de esta primera muestra, “De la Porteña Pintura”, los aspectos formales de la superación modernista anterior al siglo xx, no su accionar político desvinculado de lo académico y lo burgués. La influencia neovanguardista, en este caso, seguiría las líneas de la producción en tanto integración a las corrientes emergentes de los 90 en Chile (al menos con particular fuerza desde esa década) en lo que concierne al diálogo institucional de la pintura que podríamos denominar contemporánea; pero es una contemporaneidad en sí misma, es decir, en tanto pintura.
Lo interesante de abarcar, en tanto concepto de Resistencia, en este primer grupo (obviamente faltan muchxs más artistas en la exposición) es lo que vendría a explicarse en el segundo grupo de exposición de este ciclo que se denomina”Pintura en Persistencia”, es decir, el principio de persistir, en términos psicoanalíticos, en el goce y el deseo de la materialidad para, a través de las elecciones temáticas de cada artistas, llevarla a los intereses particulares, o de problemáticas coyunturales; sentimientos encontrados entre la individualidad e intimidad del taller y lo concerniente a la vertiginosidad de los cambios globales y locales, etc. Parte de estas problemáticas las podemos encontrar dentro del proceso formal de resistir y conservar un oficio que se re-adecúa a través de los problemas que convoca a través de su propia recursividad plástica. Pregunta que nace para el caso: ¿Es, en este caso, la conservación un tipo de resistencia en tanto ejercicio dialéctico con el arte contemporáneo? ¿Cuánto es necesario resistir si el deseo es interminable e inacabable? ¿Hay un límite simbólico? Esta última pregunta la hago pensando en la constante tensión hacia los límites de las múltiples resistencias existentes (o conocidas): física, eléctrica, política, psíquica, espiritual…
Imágenes y digitalización Claudia Pinto Muñoz www.claudiapinto.cl